Desde niño, P. Tinto ha deseado tener una familia numerosa. Casado con Olivia y asentado en su casita perdida en el valle, espera con paciencia la llegada de los niños. Cincuenta años después, desesperanzados y ya ancianos, los P. Tinto se encuentran ante el gran acontecimiento de su vida, quiza un hecho milagroso.