Situado a medio camino entre los pueblos de Miño de Medinaceli y Conquezuela, una grieta abierta sobre unas formaciones rocosas da entrada a la Cueva de Santa Cruz, un lugar mágico y misterioso datado en la edad de Bronce. En su interior hay restos de una bóveda de cañón típicamente románica y al fondo, en el suelo, una pila por la que cae agua donde se hacían rituales sagrados asociados al culto a la Gran Diosa Madre. Estos rituales están grabados en las paredes, unas 2300 cazoletas de diversos tamaños, entre 2 y 5 centímetros de diámetro y junto a ellas figuras humanas esquemáticas, tal vez danzantes u orantes.